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Foto del escritorDavid Doniga Lara

La crisis y las nuevas pretemporadas

Inaugurada la 21-22, como comentaba en el post anterior, lo primero es hablar de la pretemporada. Siguiendo los principios de la coherencia, comprometido conmigo mismo (esclavo de mis palabras), he cumplido lo que había dejado por escrito, viajando en las últimas semanas de un lado a otro del sur de la península para ver equipos profesionales preparar el nuevo curso. Dos semanas, concretamente, en las que he tomado contacto con la UD Las Palmas, el Levante UD, el CD Tenerife, el FC Cartagena, el Real Zaragoza, el Atromitos griego, el Al-Raed saudí y el Málaga CF. Todos, tanto sus direcciones como sus entrenadores y jugadores, se mostraron amables y abiertos al intercambio personal e intelectual en cada momento compartido. Una bendición que los profesionales abran sus puertas a colegas en un gesto que nos hace crecer a todos. Gracias a ellos y a los encargados de Pinatar Arena, La Manga Club y Marbella Football Center por facilitar el contacto.

La crisis. Toda crisis produce cambios. A la fuerza. Adaptación o morir en el proceso. Eso también está afectando al fútbol. No sé si es por balance de cuentas o por la dificultad de movilidad entre países, pero entre San Pedro del Pinatar, La Manga, Benidorm, Oliva y Marbella está el juego: casi todos los equipos de España y multitud de equipos extranjeros han decidido empezar su periodo de preparación en tierras españolas. Un lujo para los que podemos disfrutar in situ de su trabajo; y un lujo para nuestro país, pues permite que todo quede en casa. Si esta crisis nos hace invertir en nosotros, habremos sacado algo beneficioso de una situación, a priori, conflictiva.

Hablemos de fútbol. La crisis también afecta a las cabezas de los que toman decisiones, tanto en el despacho como en el césped. Estas nuevas pretemporadas están cambiando las dinámicas de trabajo de los clubes y de las direcciones deportivas. Empecemos por el tejado… La ventana de fichajes, que sobrepasa temporalmente en casi tres semanas el inicio de la competición, es un condicionante mayúsculo a la hora de cerrar las plantillas y, por ende, de preparar al equipo. Lo que es igual para todos no es ventaja para nadie, pero condiciona, de eso no hay duda. La escasez de movimientos en los clubes top afecta por efecto mariposa a los cambios de jugadores en equipos más modestos y supone un parón en el mercado que solo con la locura de la cercanía del cierre de plazo se permitirá el lujo de generar el grueso de traspasos. Mientras tanto, los equipos se preparan sin los jugadores que compondrán su plantilla finalmente, a la vez que entrenan a jugadores que compondrán plantillas rivales. Una anormalidad que se está convirtiendo en típica. Quizás habría que darle una vuelta.

En cuanto a lo que es entrenamiento en concreto, lo técnico, la tendencia también está cambiando. En los últimos años se venía observando la priorización del juego (partidos) frente a la acumulación de sesiones de entrenamiento, y parece que este año, por lo que veo, tras la atípica pretemporada COVID del curso pasado, la cosa se confirma: un periodo preparatorio plagado de partidos (y partidos de nivel) desde el principio, con el propio partido como fin en sí mismo, con más entrenamientos de recuperación que de acumulación de cargas como consecuencia, es lo que se lleva. Ah, y lo que es más novedoso: pocas sesiones dobles (lo de las triples, prácticamente olvidado). Se entrena como si se estuviera ya en periodo competitivo.

Crítica. Seré muy conciso a la hora de desmenuzar un argumento para evaluar este cambio de mentalidad. El jugador actual es un deportista de élite en todos los sentidos (a nivel biológico también), que apenas descansa en vacaciones y que lleva años acumulando capacidad condicional: puede desarrollar desde el primer día de pretemporada las rutinas que suele llevar en periodo de competiciones. La clave es la individualización del entrenamiento complementario al juego y el cuidado de su salud las veintidós horas y media que no está jugando al fútbol. La falacia de que somos una máquina que debe acumular volumen para poco a poco incrementar la intensidad está más que desmontada. Eso no exime de cumplir los principios del entrenamiento, ojo. Por otra parte, la idea de entrenar desde la pretemporada como se entrenará el resto del año me parece mucho más práctica y rentable a nivel energético (así como a nivel económico, pues exige menos gasto a los clubes). Que las jornadas de entrenamiento comiencen temprano y conlleven sesiones previas o postentreno de trabajos individualizados, fisioterapia, recuperación, entrenamiento personal o vídeo, y que el jugador se vaya a su casa (o a descansar) a las dos o tres de la tarde, comido, es positivo para todo: para su preparación, para el rendimiento en cada sesión, para optimizar el tiempo, para darle espacio para su vida, para la conciliación familiar… Que durante la pretemporada se hagan algunas sesiones dobles para acelerar procesos es útil, también encaja. Esta dinámica comprimida donde, además, se introducen uno o dos partidos por semana desde el inicio es una tendencia que aplaudo.

Periodos de preparación de cuatro o cinco semanas máximo, entrenamientos intensivos con una sola sesión de juego, pero con entrenamientos complementarios antes y después, liberando las tardes, y muchos partidos. Esa es la perspectiva desde la que empezamos a ver la preparación en España, al menos por lo que estoy observando en esta pretemporada. Desde mi punto de vista, un acierto. Espero que esto marque un camino a seguir y que de estas costumbres de periodo de crisis hagamos leyes en el fútbol. Y si es cerca de casa, mejor.

Que tengas una feliz semana.

Mucha Vida. Mucho Amor. Mucho Fútbol

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