Decía la semana pasada en un post que los mayores éxitos aguardan al final de los caminos más sinuosos, de los trayectos más escarpados. En realidad, la vida no deja de ser un camino continuo con muchas paradas. Cuando nos gusta lo que experimentamos tenemos la sensación de que hemos llegado a algún lado; cuando sufrimos algo que nos duele, nos complace pensar que estamos en el proceso de alcanzar algo grande. En ocasiones, como me sucede ahora a mí, tenemos un objetivo muy claro y luchamos por ello contra dificultades, unas veces, o a favor de corriente otras y, sin duda, debemos ser conscientes de cada paso que damos para que el propio objetivo no nos saque del presente, que es lo único que tenemos y lo que nos podemos permitir disfrutar, sea agradable o no a nuestros sentidos.
Una toma de conciencia que me ayuda (y aludía al Tao en mi breve texto de la semana pasada), sea o no sea así la realidad, es la de asumir que el camino recto es fácil, aleja de la virtud. Llegar rápido limita el tiempo de aprendizaje, evita superar obstáculos que generan crecimiento, e impide un desarrollo y una evolución; la línea curva, el camino largo, con subidas y bajadas, sin atajos, enfrenta a situaciones que nos obligan a pensar, experimentar, o a adquirir nuevos conocimientos, hábitos… acciones para superarlos, en definitiva.
Cuando queremos lograr un objetivo como este, el de jugar un Mundial, el camino es el que es: catorce partidos después de varias fases previas, tan difíciles o más que la propia Octagonal; recto o curvo, son catorce jornadas en cinco ventanas, ni más ni menos. La reflexión va por otro lado pues, en tiempo, recto o curvo, el camino durará lo mismo para todos y tendrá la misma longitud. La idea que quiero transmitir camina en relación con qué queremos hacer con lo que nos pasa. Y seré muy concreto.
Ojalá nos metiéramos de primeros ganando todos los partidos. Eso sería el camino recto. Sería virtuoso, desde luego, pues eso significaría que habríamos superado a rivales a los que, históricamente, no habíamos superado antes y que, en la actualidad, empiezan a temernos por haberles empatado o ganado en esta misma Octagonal. Si fuera así, si ganáramos todos los partidos, ese camino recto sería virtuoso porque antes se habría transitado por otros caminos que nos habrían traído hasta aquí superando dificultades. Ahí habría sido donde se habrían dado las condiciones que hubieran conducido a la evolución.
En la actualidad, la realidad es que la Selección de Panamá está desarrollando la mejor fase de clasificación de su historia y que está a tres partidos de volverse a clasificar para un Mundial (y de manera consecutiva). El camino de la virtud que supuso el de llegar a Rusia 2018 seguramente esté haciendo que este camino a Qatar sea menos curvo, pues de aquellas experiencias se generaron nuevos aprendizajes para jugadores, federación y todo el país. Aprendizajes que ahora se aplican y que llevan a ganar a USA en casa o empatar a México, y tener diecisiete puntos a falta de tres fechas. Eso no implica que este camino haya sido recto hasta ahora o lo vaya a ser de aquí al final; eso no implica que sea menos virtuoso.
Con lo que me quedo es que si nuestro recorrido conlleva problemas, complicaciones, resultados desagradables y dificultades para lograr objetivos, me reconforta saber que el proceso me está preparando para próximos envites y que mi autoevaluación y autocrítica servirán para que en los próximos eventos esté mucho más preparado para superar obstáculos y lograr el objetivo. Y, si no lo logro, será que aún no estoy preparado. Aceptación de lo que ocurre renunciando a que las cosas sean de otra manera, solo si yo he puesto todo lo que estaba en mi mano para lograrlo y he sacado aprendizaje para lograrlo la próxima vez de las cosas que, ahora, no han sido útiles.
Las cosas no están bien o mal ni son negativas o positivas. Nuestros actos generan resultados (los que sean) y debemos responsabilizarnos de ellos: si nos gustan, repetir lo que hemos hecho para conseguirlos; si no nos gustan, aplicar otras maneras de buscar esos resultados añadiendo a nuestra capacidad lo aprendido en las últimas experiencias. Así, particularmente, yo, siento que estoy en coherencia, disfruto del presente y hago de cada experiencia una lección.
Queda menos para las semanas clave, las que decidirán nuestro futuro. Seguimos trabajando. Seguimos experimentando. Seguimos aprendiendo de los resultados de nuestras acciones… seguimos viviendo.
Que tengas una feliz semana.
Mucha Vida. Mucho Amor. Mucho Fútbol
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