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Foto del escritorDavid Doniga Lara

La salud del entrenador II

Espero que no pensases que te iba a dejar a medias. Ya me conoces. Tal y como dejé la primera parte del post podría terminar, pero no quiero dejarte así. Nada de permitir el mínimo lugar a las interpretaciones. Te lo explico: la única manera en la que puedo desempeñar cualquier tarea del día a día de la mejor manera posible es habiendo descansado correctamente (es decir, si me acosté temprano, de noche, y me he despertado temprano; mejor si ya ha amanecido, permitiendo a mi cuerpo recuperar, reparar y segregar la química óptima), habiéndome nutrido (si comí cuando tuve hambre, principalmente vegetales y frutas, normalmente durante el día, con espacio de sobra para hacer digestiones y procesos anabólicos, y si ayuno con asiduidad permitiendo a mi organismo la autofagia y desintoxicación de manera habitual), estando físicamente fuerte (por entrenar cada día cargando pesos y corrijo mi postura con ejercicio de calidad para ello) y sintiéndome en paz con la vida (al vivir en equilibrio con mi entorno, con amor, atendiendo a mis necesidades, viviendo mis emociones, tratando al prójimo como me trato a mí mismo). Así, exceptuando contingencias puntuales que me desestabilicen y que esta misma forma de vida me ayuda a reequilibrar, es muy difícil sufrir, pasarlo mal. Puedes ponerme como ejemplo la situación que quieras: asumir que todo está bajo mi responsabilidad hace que no haya excusa alguna para no vivir la vida como yo quiera; insisto, hacer que el entorno sea como yo quiera no es posible, pero sí que yo quiera vivir ese entorno como a mí me reconforte, aunque a otro le parezca el peor escenario posible.

Hay muchas maneras de hacer las cosas para encarrilarlas por aquí, muchos cómo. Necesitaría un libro para explicarlo, pero es que además hay libros ya que seguro que lo explican mejor que yo. Solo dos palabras: responsabilidad y amor propio. Responsabilidad como asunción del protagonismo de mi vida, de que tengo lo que quiero; amor propio como amarme a mí por encima de todo y, con todo el amor que tengo, estar en disposición de actuar para con los demás de la manera en que actúo para conmigo. Cambia el concepto, con el amor propio nos tienen engañados.

Las dificultades de las que habla el míster o mi amigo Sergio son reales. Van a estar ahí. Tenlas en cuenta porque te lo dice gente que sabe de lo que habla. Sus experiencias, de su boca, son oro para mí, y será oro si le sacas partido en tu realidad: como decía, la conciliación familiar no va a mejorar porque, simplemente, el entorno no lo permite en todo momento; el foco va a apuntar a tu cara constantemente,  así que olvídate de apartarlo. Hay que aprender a ver (y a mirar) sin que te deslumbre; y el estrés… En ti está que te pase por encima o que lo ventiles de un plumazo.

El fútbol me divierte, me emociona, me pone en contacto con gente maravillosa, me permite conocerme en la victoria y en la derrota. Es un juego y, como juego, cuanto más me divierta, más voy a aportar como profesional. El nivel de profesionalismo alcanzado no obliga a trabajar más. Siendo crítico, tengo claro que uno de los problemas del estrés del entrenador en el fútbol actual es el intento de justificación de un salario en una profesión donde estar en la élite es deseado por muchos,  pero está al alcance de muy pocos, y para la que hay que mostrar siempre un poco más de valor que el de enfrente. Por eso a veces yo he actuado. Sin embargo, lo impostado siempre carece de naturalidad, que es realmente lo que enamora a todos. Utilizaré una metáfora para explicarlo: departía con mi amigo Javi Rabanal acerca de la metodología y el big data, haciendo una analogía de ambas ramas, en las que tenemos mucho donde elegir y perdemos la perspectiva de qué hacer con ello para llegar hacia dónde queremos ir.  Pensamos que esto del fútbol, desde nuestro oficio, trata de ponerse al servicio del jugador para que saque su mejor versión, para que rinda, para que compita cada vez a mayor nivel. Y hoy tenemos todo a nuestra alcance: métodos, tareas, modelos, estudios…Y en información, ni te cuento. Todo. Hasta cosas que ahora no conoces y que mañana va a parecer algo necesario… Con respeto y con humildad, pero siendo honesto, aquí te dejo la metáfora: cuando voy a un bufé a comer tengo la oportunidad de elegir entre cientos de platos. El objetivo: nutrirme con el alimento. Posibilidades: todas. Por ello, en base a eso, elijo lo que a mí me conviene. No hay que comer un poco de todo, nadie está obligado a comer de cada plato solo porque pueda ser bueno o porque es una oportunidad de comer mucho de muchas recetas diferentes.

Lo que tenemos a nuestra disposición en la actualidad es una suerte: poder disponer de lo que queramos en el momento en que lo necesitemos. Por eso, primero, cuando acaba un partido, su observación y las conclusiones nos pueden dar una opinión que, para mejorar, potenciar o incidir sobre algo, nos ayude a elegir el qué de entre las infinitas cosas que el menú nos ofrece para utilizar con nuestros jugadores (ya sean métodos, tareas, datos o lo que sea); en su contra, coger todo lo que hay a nuestra disposición y perder tiempo (he dicho perder, sí; ni invertir ni eufemismos aplicables al caso) en buscar algo que pueda servirnos, que podemos usarlo sin tener con antelación claro qué queremos, es justificar la existencia de esas bases de información. Si invertimos el proceso natural de acudir a ellas cuando pueda ser útil sacar algo concreto y desperdiciamos horas de vida (familia, ejercicio, sueño), escudriñando algo que pueda tener potencial de uso, estoy seguro de que el estrés y las enfermedades del entrenador van a seguir aumentando. Y con la que se viene encima en tecnología e información, no tiene pinta de que fuera a provocar una curva que se aplanase con facilidad. Que tengas una feliz semana. Mucha Vida. Mucho Amor. Mucho Fútbol


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