Esta semana me llegaba por mediación de un amigo un enlace a “El Suplente”, de TV3. Interesante iniciativa por el propósito en sí misma, pero mucho más interesante, si cabe, por el invitado a este último episodio. La idea de este programa de televisión es llevar a un grupo de alumnos de un instituto cualquiera, un sábado, a clase, para tener una actividad extraescolar. Al llegar al centro, la tutora se excusará para ausentarse y, en su lugar, entrará un invitado: este será el profesor suplente de la actividad dando una clase muy especial.
Tengo predilección por Juan Carlos Unzué desde que me permitió acercarme a conocer cómo trabajaba con el Barça de Luis Enrique. Por avatares del fútbol, hemos coincidido en los estadios y en los campos de entrenamiento y siempre he sentido un cariño por su parte que acrecienta mi admiración hacia él: la de un niño que soñaba con ser futbolista y un futbolista, al que veía en la tele y en los estadios, que ahora le habla de igual a igual, en lo profesional, pero, lo más importante para mí, de ser humano a ser humano, en lo personal. No voy a desgranar todo el programa. Te dejo el enlace. Disfrútalo.
Te subrayo solo que decía Juan Carlos que al llegar al Barça empezó a jugar, pero que pronto Zubizarreta le relegó a la suplencia. Valoraba que, aunque había sido titular en muchas ocasiones, en diferente equipos profesionales, una de las cosas que más le hizo crecer fue la de ser indiscutible, pero como suplente. Esa posibilidad de titularidad o suplencia puede ser responsabilidad de uno, desde el dar todo para convencer al entrenador de la necesidad de que seas tú el elegido; o no, pues, asumida tu responsabilidad, puede que la de elegir quién juegue, que ya no es tuya, no te sitúe en el escenario deseado.
Se puede hacer todo lo que esté en nuestra mano para lograr algo. Y si, por lo que fuera, no se logra, cuando no hay remedio, solo queda la aceptación. Y desde ahí, crecer con otra perspectiva ya. Con otros objetivos. Pero siempre, de base, el bienestar. El dormir por las noches. El estar a gusto. Ahora, Juan Carlos tiene un partido diferente, y ha tenido que aceptar otras reglas. Que te cambien las mismas a mitad del partido es una putada. Doble mérito el aceptarlas para él, y doble premio, porque vivirá su realidad con más paz que sufrimiento.
Si la vida no te cambia las reglas desde el principio, la cosa está chupada. Bueno, mucho más fácil seguro. Nos guste o no lo que nos toca vivir, las cartas que nos dan son las que son y, a no ser que te permitan descartarte un par de bazas, las vas a tener que jugar toda la vida. Hoy, que va de recomendaciones, te invito a escuchar a Leo Margets hablando de la mano que te reparte la vida y de cómo jugar lo mejor que se puede con las cartas que se tienen. También te dejo el enlace.
Hasta este año de COVID, que pinta que no va a ser solo un año, contábamos con el conocimiento de una realidad, pues la habíamos vivido desde nacer hasta el 2020, con la que ya parece que no podremos contar. Yo me niego. Puedo aceptar lo que me toca, pero solo mientras no sea capaz de demostrar que no se puede cambiar. En este caso, por ahora, esto no ha hecho más que empezar.
Que tengas una feliz semana.
Mucha Vida. Mucho Amor. Mucho Fútbol
Comments