Se acaba otra etapa. No te voy a decir que estoy cansado de vivir una y otra vez despedidas de lugares donde me brindan la oportunidad de disfrutar de dedicarme al fútbol. Para nada. Quizás tanto final haya hecho callo y convierta un pequeño drama en algo cotidiano. Pero, de verdad te digo, lejos de considerarlo un drama lo siento como un privilegio.
Seguro que permanecer en el mismo sitio varios años, cuando uno es feliz y el éxito (la idea que cada uno tenga del éxito) acompaña, debe de ser algo agradable. Y cómodo. Seguro que aporta equilibrio y estabilidad a la vida de una persona. Yo no sé lo que es ni la estabilidad ni el equilibrio por causas exógenas, por la influencia del entorno. A lo mejor por eso he aprendido a estabilizarme desde dentro. A la fuerza ahorcan…
El equilibrio en Panamá ha sido fácil de alcanzar. Si bien estoy entrenado en hacer malabares emocionales para mantenerme en un estado personal saludable (para no sucumbir ante tanto cambio), aquí el entorno solo ha sumado a la hora de favorecer un estado del Ser. Y ese estado ha sido de felicidad.
Vine para ayudar a alcanzar la gloria de un Mundial por segunda vez en la historia, y de manera consecutiva, pero no pudo ser. Espero que el país sepa agradecer lo que hemos hecho y que repercuta en que en 2026 vuelvan a vivir la
emoción de ver a la Sele compitiendo en el lugar donde el fútbol alcanza su máximo esplendor, donde los sueños de los niños que empezamos a jugar al fútbol se hacen realidad. Una Sele a la que le deseo que no se conforme con participar y luche para competir por estar en los cruces por el campeonato.
Serán otros los que evalúen mi rendimiento. Mi balance personal es altamente positivo. Vine como asistente técnico de élite y marcho como entrenador, o DT, como decís aquí, siendo el nivel en el que trabaje como entrenador el que el fútbol me ponga. Preparado estoy para ello. La experiencia con la Sub-21 en el Maurice Revello me deja claro que es el momento de probar si todo el conocimiento y las ideas aportadas y adquiridas a lo largo de casi veinte años con técnicos de todo tipo y en diferentes categorías, campeonatos y países tienen sentido tal y como las interpreto en mi cabeza. Se avecina algo grande. Se avecina algo muy divertido. Quiero disfrutarlo. Espero que te diviertas conmigo.
Gracias a Thomas por confiar en mí, a Manuel y a Jaime por confiar en Thomas, y a los chicos del cuerpo técnico, de las inferiores y a los trabajadores de la FEPAFUT. Gracias a todos los que me habéis ayudado en estos meses, a nivel profesional y personal, a los amigos que dejo aquí (siempre tendréis vuestra casa en España) y a la gente, a los panameños: solo me habéis transmitido cariño dentro y fuera de los estadios, dentro y fuera del país, en la calle y en mi propia casa. Gracias. España es mi patria y Panamá, ahora, parte de mi vida. Desde hoy adornaré el rojo y gualda de mi bandera con vitolas blancas y azules estrelladas.
Las puertas de mi corazón quedan tan abiertas como las del estadio Rommel Fernández. Espero que este camino de ida y vuelta sea el episodio I de una historia de amor por escribir. Nos vemos pronto, Panamá.
Que tengas una feliz semana.
Mucha vida. Mucho Amor. Mucho Fútbol.
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