"Déjame que pose para ti. Eres tú mi artista preferido",cantaba Rosendo Mercado. Prometía estar agradecido a quien le otorgaba tan solo unas migajas de su tiempo, mendigo de su atención. El gran Rosendo hablaba irónicamente del trato hacia él de su compañía de discos en los inicios de una carrera que sigue siendo exitosa a día de hoy. Sin embargo, yo, al escuchar esa canción, no me viene a la cabeza algo así. No hablo con ironía de mi artista favorito, pues, en mi caso, ese artista es La Vida. Y, en esos términos, me alejo de la ironía para dirigirme a ella literalmente.
Ayer comenzó una emocionante temporada para mí. Y comenzó en Santander. Después de casi dos meses hablando de "mi libro" y refrescando conceptos de planificación para colegas, aficionados y profanos en la materia, doy por concluida una pretemporada corta pero muy intensa, como es habitual. El día a día de la competición merece dedicarle tiempo a temas que vayan surgiendo de nuestro quehacer profesional, para hablar de fútbol, en esencia (mi labor como técnico y todo lo relacionado con el juego), y aportarte como lector experiencias y opiniones que puedas meter en tu mochila. Así, pues, a partir de ahora, volveré a compartir contigo esas historias de fútbol mezcladas con peticiones de los que tengan a bien compartir conmigo los temas de los que quieran que hable en este ratito semanal. De esta manera, quedas invitado a promover nuevas propuestas para una nueva temporada futbolística que se antoja apasionante. Hoy, tomando esa canción inspiradora como núcleo de la reflexión, quería compartir contigo algo.
Santander es otro hito de mi pequeño universo, en mi memoria, a nivel personal, por muchos motivos. Otro espacio que se cruza en los vértices de mi tiempo para dejar muescas que resultan imposibles de borrar. Incluso cuando hacía muchos años que no pasaba por allí. Incluso cuando me he dado cuenta de que el olvido estaba trabajando duro para ir poniendo en lugares recónditos de las estanterías de las cosas vividas estos recuerdos y, así, poder ir haciendo hueco a lo que, cada día, se va ordenando en mi cerebro para que pueda caber todo, encargándose la mente de colocarlo donde tiene que estar, ya sea por importancia para mí o por su importancia a nivel inconsciente. Y es que, desde 2005 hasta 2010, prácticamente, cada año pasaba unos días en una pedanía cercana a San Vicente de la Barquera. Y, por supuesto, no faltaba cada año, sobre todo en verano, la visita a la capital. Y, de ahí en adelante, también he pasado, por diferentes motivos, por la ciudad. Ya fuera por asistir a algún concierto en La Magdalena, por dar un paseo por sus playas y jardines, o por acercarme a disfrutar de una comida en el barrio pesquero, casi por obligación, siempre dejaba atrás El Sardinero. Y, cómo no, sus Campos de Sport. Instalaciones que observaba con emoción desde mi posición de trabajador pluriempleado del fútbol modesto, deseando que, además de estar pateando ociosamente sus aledaños, pudiera estar a pie de césped disfrutando como entrenador de la mejor liga del mundo.
Han pasado algunos años desde que visitara Santander por última vez por cuestiones meramente de placer. Por otro lado, como técnico, los años en los que empecé a trabajar en fútbol profesional coincidieron con estos últimos años del Racing en Segunda y Segunda B, con lo que aún no había tenido la suerte de volver por motivos profesionales tampoco. Ayer, después de tanto tiempo, volví al Sardinero, pero no iba de vacaciones. No hacía turismo. Iba con el Málaga CF a jugar un partido de Liga. A cruzar otra raya en la lista deseos cumplidos. Deseos que salían en aquellos años del subconsciente (y que, tal y como salen, ahí se vuelven a quedar para aparecer en momentos como este) cuando pasaba por allí y decía para mí: "Jobar, ¡por qué no puedo estar ahí , a pie de césped, en lugar de aquí fuera!". Pues toma, ahí lo tienes. Representando a este equipo. Llevando el nombre de esta ciudad. Animado en directo y en la distancia por tanta gente que nos alienta. Y, encima, sacando un resultado tan meritorio como el que sacaron nuestros jugadores.
Si tengo que elegir a mi artista favorito, me quedo con La Vida. Esa sí que es una artista. Y, desde luego, al contrario que Rosendo, no lo hago desde la ironía. Yo sí que, de verdad, seguiré posando para ella si me lo permite. Y, por supuesto, prometo estarle agradecido.
Mucha Vida. Mucho Amor. Mucho Fútbol
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