"Ver de cerca lo que está lejos y con distancia lo que está cerca". No sé por qué motivo esta frase captó toda mi atención, de repente, en un segundo, dejándome ocupado en reflexionar sobre ella. Tanto que el resto de la lectura de "El libro de los cinco anillos" tuvo que detenerse por la ausencia total de concentración en lo que le sucedía después. Cada uno se lo llevará a su realidad. Lo que para uno tendrá un significado concreto será para otro totalmente antagónico y divergente. A mí, particularmente, me pareció tan potente y aplicable a todos los aspectos de mi vida que no he dudado ni un segundo en disertar sobre ello aquí, esta semana; y sí, con el fútbol como telón de fondo, pero con un tema que viene como principal en las últimas dos entradas y que espero que sea recurrente durante la temporada que está ya en marcha: la aventura en Kuwait.
Buscando varios libros para regalar a un buen amigo, di con "El libro de los cinco anillos". Su sinopsis me hizo tener la sensación de que sus enseñanzas estarían en la línea de las de "El arte de la guerra" o "El Zen en el arte del tiro con arco". Me apasiona la filosofía y la espiritualidad de una cultura milenaria que utiliza lo que en occidente nos llevamos hacia la agresividad y el ataque para el desarrollo interior y el encuentro con la paz. El libro, fino, editado con una impresión sencilla, no ha defraudado. Seguirán saliendo enseñanzas a medida que remate su lectura, pero me voy a parar en la frase con la que iniciaba el artículo.
El sábado pasado viajaba de Málaga a Barcelona para coger un vuelo a Doha, última parada antes del vuelo Doha- Kuwait que me llevaría al inicio de esta nueva aventura futbolística. No sé si estaría hablando de lo mismo si, en lugar de quedarnos fuera del avión rumbo a Qatar (el preparador físico del equipo, y yo, que viajábamos juntos; el entrenador y el preparador de porteros también se quedaban en tierra, pero en Barajas), hubiéramos llegado, como se esperaba, a Kuwait, la madrugada del sábado al domingo para comenzar a trabajar. Tenía ganas de abrir este diario de viaje con alguna experiencia inicial e iniciática del fútbol de oriente medio, pero tendrás que esperar un poco. Kuwait no permite aún, en los primeros días de agosto de 2020, recién abiertas las fronteras, la entrada a viajeros desde España. Pronto estaremos allí. Mientras tanto, desde Málaga, trabajando ya para Qadsia SC, pero en la distancia, tomo unos minutos de descanso para contarte todo esto.
A la hora de tomar decisiones, eso de ver de cerca lo que está lejos resulta tan complicado como ver con distancia lo que está cerca. Jugar a adivino genera la ansiedad propia de querer acertar en algo imposible de vislumbrar con antelación, donde ese acierto está íntimamente relacionado con unas expectativas nuestras que, por otra parte, nada tienen que ver con lo que realmente necesitamos o con lo que la vida nos tiene preparado para nuestro desarrollo, para nuestra evolución. Yo siento que el alumno aventajado es aquel que cumple con las premisas de la dichosa frase: si es capaz de darle perspectiva a lo que tiene delante de sus ojos, podrá intuir soluciones ante lo que se le avecina para decidir el camino a tomar. No es fácil hacerlo porque lo que tenemos ante nosotros, aparte de ser lo más urgente (no lo más importante), suele impedirnos ver lo que hay detrás (no solo metafóricamente); por otro lado, si también es capaz de ver con nitidez lo que está lejos, que solo por la lejanía y lo que cambian las cosas en lapsos cortos de tiempo se antoja jugar a ser el oráculo, tendrá en sus manos opciones que, de otra manera, sería imposible tener en la cabeza, ni siquiera de manera inconsciente.
Cuando pienso en las opciones que pierdo a corto plazo por dejar de trabajar con la persona con la que he compartido los últimos seis años, corro el riesgo de ver lo cercano con tan poca distancia que las opciones que se abren en el medio plazo quedan tapadas por la sombra que genera el miedo a perder lo que tenía hasta ahora; con la mentalidad de un pasado reciente en el que unos resultados tenían unas consecuencias concretas, mi proyección del futuro a medio y largo plazo está condicionado por lo que pasó, haciendo que espere que suceda algo similar (que no tiene por qué, por otra parte), e impidiendo ver otras realidades que ni siquiera soy capaz de imaginar. ¿Por qué no va a merecer esta apuesta lo que puede estar por venir? Antídoto: la confianza en la vida. La seguridad, incierta, pero obligada, de que todo va a ser perfecto; si, mirando lejos, no soy capaz de traer a mí las posibilidades que abre esta experiencia, corro el riesgo inverso de perder de vista las bondades de esta aventura que, a millones, están esperando para que las proyecte y puedan hacerse realidad. Paradójico, verdad, cuando hablo del condicionamiento de las expectativas y, a la vez, planteo ver con ojos de niño soñador lo que está por venir, sin ningún tipo de certeza, y sin existir, en el presente, nada de lo que de este futuro cercano mío se puede esperar; interesante, también, a nivel emocional, por útil, siendo pragmático (de eso no tengo duda); y, en definitiva, lo que es seguro, sin saber si esto es así o asá, analgésico, al menos para el alma. A mí me hace sentir bien.
Podremos discutir sobre libre albedrío o determinismo, conciencia, alma o espíritu, o por el origen y el sentido de la existencia. Más allá de sesgos cognitivos que me acerquen a lo que me "resuena" o que me alejen de lo que no me gusta escuchar, si tengo que quedarme con una experiencia que se repite y que me enseña cosas útiles, me quedo con la siguiente: las referencias anteriores condicionan lo que está por vivir; si nos permitimos olvidar lo que ha ocurrido hasta ahora y afrontamos lo que viene abiertos a que pase cualquier cosa, no lo dudes: cualquier cosa será posible.
Seguiré mirando lo que tengo delante con la distancia para que el corto plazo no me condicione y me pondré las gafas de ver de cerca lo que tengo lejos para elegir con más criterio. Espero en breve poder contarte todo esto desde la mirada del expatriado en Kuwait City. Mientras tanto, para ir entrenando, que pase lo que tenga que pasar.
Que tengas una feliz semana.
Mucha Vida. Mucho Amor. Mucho Fútbol
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