Tiempos de cambio, en todos los sentidos. Factores externos al fútbol están poniendo patas arriba a nuestro deporte. Sonaría ridículo poner el foco en algo irrelevante para la propia vida ante una situación de pandemia mundial, pero aquí se habla de fútbol. Y el fútbol me está enfrentando a la realidad global, de manera general, y a una experiencia única, la de trabajar desde la distancia en fútbol profesional, de manera particular.
Casi cuatro semanas después de empezar la pretemporada, y a solo siete días de reanudar la competición, el entrenador de Qadsia y su cuerpo técnico, del que yo formo parte, seguimos la planificación prevista, pero preparando los entrenamientos diarios desde casa, con seguimiento a través de plataformas tecnológicas de videoconferencia, chat y correo electrónico, y viendo por televisión los partidos de preparación (interactuando en la distancia con los presentes en el terreno de juego...) que luego analizamos para seguir dando un feedback relevante a los jugadores, ya sea a través de vídeo, diapositivas o información por escrito. “Es lo que hay”, que diría Toni Nadal. Si tenemos que optimizar el rendimiento del equipo desde casa porque Kuwait no permite la entrada a ciudadanos desde España, adaptaremos nuestras capacidades al contexto en el que desarrollarlas para ayudar al jugador. Las preguntas que hay que hacerse, en mi opinión, están en la línea del sentido de todo esto que nos están haciendo vivir a los ciudadanos, a los trabajadores, a la gente de a pie.
El día 1 de agosto, Qatar Airways nos dejaba en tierra a entrenador y asistentes, en el embarque del vuelo hacia Doha desde Barcelona y Madrid (escala previa antes del vuelo que nos llevaría a nuestro destino) respectivamente, porque Kuwait no permitía que nadie desde territorio español entrara en el país. Ciudadanos como nosotros, que teníamos nuestras pruebas PCR validadas, negativas, y que cumplíamos todos los protocolos de entrada al país, al que acudíamos para ejercer una labor profesional, no de vacaciones, tuvimos que dar marcha atrás y volver por donde vinimos sin que se nos autorizara siquiera a entrar al lugar en el que desarrollar la actividad para la que nos han contratado. Casi veinte días después, seguimos en casa.
Podemos hablar del sinsentido socioeconómico y político global, de las medidas desproporcionadas y de la descoordinación entre naciones (y regiones): ante lo que se supone un mismo problema (un virus global), diferentes protocolos en cada país. De locos... Podemos sumergirnos en mares de conspiranoias o engullir sin cuestionar total o parcialmente la manipulación de la información oficial. Da igual. Ni tenemos capacidad de encontrar ese mirlo blanco de la información veraz de manera sencilla ni tampoco sabemos si lo que pudiera ser veraz no está aún lejos de la verdad de todo lo que está pasando. Ajustándome a lo que predico como entrenador, me ciño a dos capacidades básicas de mi trabajo, aplicables a la vida: responsabilidad individual y capacidad de adaptación.
La vida te pone constantemente ante situaciones que tambalean la base de tus principios, la fuerza de tus creencias, la plasticidad de tu cerebro o la voluntad de tu ser para dar pasos que te saquen de la comodidad. En un mundo cambiante, se ha acabado estar tranquilo en el mismo sitio durante mucho tiempo. Disfrutar de la incomodidad se antoja vital para el bienestar. Es momento para barrer nuestra parcela y hacer cada uno los deberes para consigo mismo. En casa y en la calle; con la gente y en el trabajo (en mi caso, en el fútbol). Eso ayudará también al prójimo. Mientras los que creen que dirigen nuestras vidas sigan poniéndonos zancadillas, yo, desde mi posición, seguiré asumiendo, en este caso (como responsabilidad individual), que soy entrenador en el cuerpo técnico de Qadsia SC, y (como capacidad de adaptación) que para ello tengo que entrenar de manera diferente a como lo he hecho hasta ahora; y, en la vida, en el día a día, más de lo mismo: salud de hierro para que ni este virus ni ningún otro virus o bacteria, de aquellos con los que convivimos desde que nacimos y que están en la Tierra desde el inicio de los tiempos, me afecte y, si me afecta, que se pase con naturalidad (responsabilidad individual: descansa, come poco y sano, haz ejercicio y trata con amor a ti mismo y a los demás) y cambiar la queja y la resignación por acciones y aceptación (capacidad de adaptación). No hay vacuna que iguale a eso.
Seguiré informando. Que tengas una feliz semana.
Mucha Vida. Mucho Amor. Mucho Fútbol
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