Deseoso estoy de poder contar por aquí algo sobre fútbol de la experiencia kuwaití. No por contenidos, pues, como puedes comprobar (por redes sociales e información general), llevamos desde el 22 de julio trabajando para Qadsia SC en su actividad diaria para afrontar lo que hasta ayer mismo quedaba por disputar de la temporada 2019-2020; el hecho de poder contar algo más personal, de mi experiencia, es por poder estar ahí, a pie de césped, en entrenamientos y partidos. Algo que, por los problemas globales actuales y la legislación gubernamental, no podremos hacer hasta el próximo día 11 de septiembre, final de nuestra cuarentena de entrada al país. Treinta y nueve en cuarentena. Pensaba que ya estaba superado lo de estar confinado y he repetido, como en el cole. Debe de ser que no había pasado con nota los tres meses que pasé solo en casa. Esta vez, aunque también solo, la cuarentena la he vivido con los compañeros cerca (el entrenador y los otros dos asistentes viven en el mismo edificio). En cuanto a edad, pues ha pillado por medio mi cumpleaños, no ha sido la cuarentena la que he cumplido en esta ocasión, pero casi; los treinta y nueve años han llegado en situación inverosímil: fuera de España, algo cada vez menos llamativo, pero con dos características sí del todo curiosas, que son el trabajar para un equipo desde casa sin contacto con nadie de manera directa (solo a través de llamadas, conferencias, vídeos, archivos, correos electrónicos y chats de texto) y el replicar, en el país de acogida, un encierro preventivo en casa en un lugar que ni siquiera conozco… Después de haber estado dirigiendo, igualmente, desde España, más de un mes al equipo hasta que el gobierno de Kuwait nos permitió la entrada, parecía difícil vivir algo más surrealista; la vida es maravillosa. No deja de sorprenderte. El próximo viernes pisaremos por fin las oficinas del club, los vestuarios, el césped del estadio… nuestra casa durante la presente temporada, 2020-2021, una vez que la pasada ha concluido para nosotros. Las circunstancias han hecho que un grupo de profesionales como estos jugadores a los que entrenamos asuman el hecho de entrenar y competir con la dirección y gestión de todo desde la distancia, teniendo a su lado a empleados del club proyectando nuestras ideas sobre el día a día de un equipo. Un hecho destacable por el que merecen ser valorados, pues no es fácil competir en esta desigualdad de condiciones con otros equipos. Por mucho interés que ponga cada jugador y por mayor que sea su profesionalismo, ese “descabezamiento” hace que cualquier grupo entre en una dinámica incompatible con el rendimiento. A ellos, las gracias por sus ganas y dedicación: para nosotros como técnicos ha sido un esfuerzo ímprobo el de cada día, sobre todo por el peso de la impotencia de no poder ayudarles a sacar lo mejor de sí mismos. Estas experiencias, entiendo que poco probables de encontrar en ningún otro club de fútbol de primera división del mundo (te invito a que me ayudes a encontrar réplica), hacen de la propia experiencia kuwaití, para mí, ya de por sí única, como no puede ser de otra manera, más especial si cabe. Tras casi dos meses entrenando con una pantalla azul entre los jugadores y nosotros, volver a las relaciones humanas en el fútbol va a tener un sabor doblemente dulce, tanto por salir del confinamiento actual como por recuperar lo que da sentido a nuestra labor como técnicos. Por mucho que avance la tecnología, por mucho que la pongamos al servicio del ser humano, nunca una relación entre dos personas podrá equipararse a al contacto virtual. El día que eso se acabe, seguramente también el género humano estará en vías de extinguirse, si no lo hubiera hecho ya, o, quizás, nuestra realidad como especie que somos habrá cambiado para siempre. Me alegro de que eso no me dé tiempo de llegar a vivirlo nunca (o eso espero). Desde Kuwait City, que pases una feliz semana. Mucha Vida. Mucho Amor. Mucho Fútbol
A unique (and unrepeatable?) experience
I'm looking forward to telling you something about football and the Kuwaiti experience. Not for contents, because, as you can see (through social networks and general information), we have been working for Qadsia SC since July 22nd in its daily activity to face what was left to play in the 2019-2020 season until yesterday; the fact of being able to tell something more personal, from my experience, is to be able to be there, on the grass, in training sessions and matches. Something that, due to current global problems and government legislation, we will not be able to do until next September 11, the end of our quarantine of entry to the country.
Thirty-nine in quarantine. I thought I was past being confined and I repeated, like it was at school. It must be that I had not spent the three months I spent alone at home with a note. This time, although I was also alone, I lived the quarantine with my teammates nearby (the coach and the other two assistants live in the same building). In terms of age, since my birthday is in between, it was not the quarantine that I have completed on this occasion, but almost; the thirty-nine years have arrived in an unlikely situation: Outside Spain, something less and less striking, but with two curious characteristics, which are working for a team from home without contact with anyone directly (only through calls, conferences, videos, files, emails and text chats) and replicating, in the host country, a preventive confinement at home in a place that I do not even know... After having been leading, likewise, from Spain, more than a month to the team until the government of Kuwait allowed us to enter, it seemed difficult to live something more surreal; life is wonderful. It never ceases to amaze you.
Next Friday we will finally step into the club's offices, the changing rooms, the stadium's grass... our home for the current season, 2020-2021, once the last one is over for us. The circumstances have made a group of professionals like these players that we train assume the fact of training and competing with the direction and management of everything from a distance, having at their side club employees projecting our ideas on the day to day of a team. A remarkable fact for which they deserve to be valued, since it is not easy to compete in this unequal condition with other teams. No matter how much interest each player puts in it, and no matter how professional he is, this "beheading" makes any group enter into a incompatible dynamic to perform. To them, we thank for their desire and dedication: for us as coaches it has been an enormous effort every day, especially because of the weight of the impotence of not being able to help them get the best out of themselves.
These experiences, I understand that are unlikely to be found in any other top flight level team in the world (I invite you to help me find a replica), make the Kuwaiti experience itself, for me, already unique, as it cannot be otherwise, even more special. After almost two months training with a blue screen between the players and us, returning to human relations in football is going to taste doubly sweet, both for getting out of the current confinement and for recovering what gives meaning to our work as coaches. No matter how much technology advances, no matter how much we put it at the service of the human being, no relationship between two people can ever be equated to virtual contact. The day this ends, surely the human race will also be on the way to extinction, if it has not already done so, or perhaps our reality as a species will have changed forever. I am glad that it will not be able to be either seen or experienced by me (or so I hope).
From Kuwait City, have a happy week.
Lots of life. Much Love. Lots of Football
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